Gocen lo que hacen, con eso ya tienen más.

María Fernanda Ruíz Marín

Era un lunes por la tarde, el clima era perfecto para mí. Aún podía respirar el olor a tierra mojada y la brisa en el aire calmaba mis nervios, pues caminaba hacia mi destino. Una casa muy pintoresca que desde mi niñez no visitaba, pues era la casa del abuelo de mi mejor amiga en ese entonces, pero como todo en la vida las amistades también acaban, y terminé en esta situación incómoda en donde no sabía si quiera si me recordarían o sólo sería una entrevistadora más.

 Al estar frente a la casa pude percibir el olor que suelen tener ciertos hogares por alguna razón, este era inconfundible, muy familiar a pesar de que ya habían pasado alrededor de 10 años que no me acercaba tanto a este lugar. Toqué la puerta y no hubo respuesta, me hubiera preocupado si no hubiera revisado el día y la hora que acordamos todo el fin de semana por que me conozco.

En el segundo intento la puerta se abrió. Me recibió Javier Sánchez Treviño, uno de los maestros del color y la escultura más importantes de Nuevo León. Su vestimenta era muy cómoda, vestía una camisa blanca sin mangas, short, y unos calcetines usando chanclas. Él es mayor de edad, por lo que su cabello es completamente blanco, su estatura pequeña, su piel muy blanca. Con una sonrisa achinando sus ojos azules me invitó a pasar.

El lugar era muy similar a como lo recordaba, estaba el mismo barandal de madera, la sala amplia junto a la chimenea y las características pinturas y esculturas acomodadas en muchos lugares, desde la entrada hasta el final.

Al sentarnos en la sala, rodeados de arte y fotos familiares de personas que hacía muchos años no veía, se me ocurre la “maravillosa” idea de, después de presentarme, mencionarle que su casa me traía recuerdos, pues pasé mucho tiempo de mi infancia en este lugar, que recordaba incluso su taller, en donde a veces jugaba con sus nietos por que solía traerme una de sus hijas para pasar tiempo con ellos.

No les mentiré, mi cara se puso roja al recibir un “¿En serio?” mientras sonreía y hundía sus cejas, obviamente no se acordaba de mí, pero siendo sincera, seguramente ni sus nietos lo hacían.

Después de reírnos de la situación, comenzamos con su historia.

“Todo empezó por un consejo que recibí de mi maestro en secundaria. Llevaba una materia de Modelado y al finalizar la clase me dijo que debería de buscar una escuela de arte, por que los trabajos que le entregaba tenían cierta calidad.

El sábado de esa misma semana vi lo que parecía ser una escuela en donde había caballetes de pintura. Afuera estaba un señor barriendo, así que me acerqué y le pregunté si ahí daban clases de arte Resulta que era una escuela de artes plásticas de la Universidad y ese mismo lunes me fui a inscribir y así empecé a estudiar arte.

Recuerdo muy bien el día en el que mi papá regresó de México, de allá me trajo un librito que me emocionaba mucho. Era un libro que mostraba el arte de Van Gogh, su expresionismo me apasionó tanto que en aquél entonces cuando pasaban películas de éste artista en Cinemascope, iba a verlas hasta tres veces seguidas” Los dedos de sus manos se entrelazaban mientras contaba su historia, sonriendo con nostalgia y hablando un poco despacio, pero sin perderse ningún detalle.

“El haber entrado a estudiar dibujo me hizo darme cuenta de lo mucho que me gustaría dedicarme al arte y eso me motivó a decirle a mi papá que quería ir a la Academia San Carlos, en Ciudad de México…” En el momento que mencionó a su papá, sus ojos se abrieron y llevó una de sus manos a su frente, notablemente sería una conversación difícil por lo menos en aquel entonces, así que pensé que hasta él, siendo uno de los artistas mas reconocidos en esta ciudad tuvo que pasar por situaciones en donde tener como único plan ser artista no era una buena opción a ojos de los demás.   

A pesar de estar muy indeciso sobre si decirle o no, finalmente me animé, pero me dijo que no, que me quedaría aquí a estudiar arquitectura y que, si así lo deseaba, también artes, y así fue. Fueron muchos años en donde mi rutina consistía en terminar mis clases de arquitectura y salir corriendo para llegar a tiempo a mis clases de arte, así fue por 6 años, hasta que terminé ambas carreras, por así decirlo…” Lo cuestioné por la última oración, pues noté un cambio de humor a través de una mueca en sus labios.

“Uno ya ni quiere acordarse… Pero en ese entonces nos fue mal con la llegada de un director que todos apoyaban a cambio de beneficios, pero al contrario de beneficiar a nuestra Facultad, empezaron a quitar lo más importante que un artista debe aprender, la observación.

En el arte, la observación es su base, Es por lo que a mis alumnos hasta la fecha lo primero que les enseño es dibujar objetos vivos, como frutas, botellas, objetos que tengan enfrente, para agudizar este sentido y poder desarrollar su sensibilidad. Como maestros queremos que los estudiantes puedan encontrarse a sí mismos, con la observación hacia la naturaleza se sensibilizan, luego se dan cuenta al prestar atención a los atardeceres, porque son diferente cada mes. En agosto, por ejemplo, son muy interesantes, por los calorones se pueden ver colores muy hermosos, en febrero son más tenebrosos… Ese tipo de cosas es lo que puede ver un artista que presta atención, que observa.” Mientras me explicaba, sus ojos y cejas se levantaban, como si estuviera viendo lo que recordaba. Pensé en que realmente nunca le presté la suficiente atención a este tipo de cosas, y él lo expresaba de tal forma que sentía como si me estuviera perdiendo de algo que definitivamente tenía que ver.

Pero empezaron a quitarlo, gracias a eso la Facultad pasó de muchos alumnos que pudieron ser verdaderos artistas porque lo que hacían era ponerlos a hacer una acuarela y ya, o una pintura en óleo y ya, era todo. Ya no se enseñaba arte, antes de eso exponíamos nuestros trabajos como estudiantes en exposiciones de arte para contenido en nuestro currículum, había concursos y nos daba chanza de tener algún reconocimiento y premios a todos los que salimos de ahí. Todos los días nos la pasábamos dibujando y pintando, ampliando nuestra cultura, y era tanta la emoción que teníamos que hasta en los fines de semana íbamos. Llegábamos con el conserje del que te había platicado al inicio, nos tenía mucho cariño y nos dejaba pasar para pintar más, pero dejaron incluso la práctica diaria, el trabajo constante que antes nos exigían, pasó a ser opcional, dejando de lado la perseverancia.” La decepción se notaba en su tono de voz, cualquier pensaría, que gracias a estas situaciones es que se suele desvalorizar mucho el trabajo de muchos artistas o estudiantes, después de una pequeña pausa, siguió con su historia.

“Por eso decidimos protestar… Pero gracias a eso nos tuvimos que salir, porque después de querernos correr, además nos quitaron la maestría, siendo de artes plásticas y después artes visuales, no nos dieron un trabajo final o un examen como debería ser en una Facultad, no nos dieron esa chanza por muchos problemas, corrieron a muchos alumnos y algunos maestros.

Era una situación muy fea, pero seguimos adelante, por que después de salirnos, Gerardo Cantú hizo otra escuela de artes plásticas, se llamó Taller de Experimentación Plástica y ahí duré más de 20 años, hicimos mucha labor ahí, hacíamos viajes a Mérida, a Palenque, Teotihuacan, todas las partes importantes para la cultura mexicana para que los estudiantes se motivaran y dibujaran. De esas experiencias surgieron muchas amistades, hasta el día de hoy, cuando cumplo años me llaman y me invitan a restaurantes, surgió una unidad. Entre artistas existe apoyo, conviví con cantantes, actores, pintores, todos intelectuales, observadores, surgíamos de escuelas o Facultades como una familia, porque en todo lugar de trabajo debe ser así, tranquilo, con armonía, al final, es lo que busca el arte, unidad”.

Javier se inclinó hacia adelante, puso sus codos sobre sus rodillas y su mirada bajó antes de pronunciar lo siguiente “Pero en la pandemia pasó cierta situación, en donde mi maestro Gerardo Cantú falleció, era muy apreciado, por lo que varios compañeros artistas se reunieron para darle un homenaje y ser entrevistados… Todos se enfermaron, la única que se salvó fue quien los entrevistó, pero todos se fueron, gracias a Dios decidí no ir a esa reunión, éramos unidos, pero era una situación muy difícil en ese entonces”.

“Como artista, de por sí, aquí en Monterrey es más valorizado el trabajo, hacerse vivir de otras maneras dejando a un lado el arte porque la vida es cara, entonces no puedes hacer 100 obras si te vas a quedar con ellas” Sus labios formaron una sonrisa y detrás de mí y señaló una de sus esculturas “En ese entonces sólo hacía de 10 en 10 y mira, aún tengo de esas, pero tengo la posibilidad de exponerlas, los vendo y así las puedo echar fuera “.

Al mirar uno de sus trabajos, me dio curiosidad saber qué es lo que hacía una artista como él al presentarse un momento de desmotivación, y me dijo: “ Puede decirse que es una manía, Leonardo Da Vinci decía que si no había nada que hacer, usáramos la imaginación, que observamos las manchas, en un mármol, perfectamente puedes encontrar rostros y hasta figuras humanas completas. Lo que yo hacía al encontrar una de estas figuras, era dibujarlo en un pedacito de papel para no perderlo, encontraba siluetas ya sea entre las líneas del mármol o en el mismo movimiento de las nubes”.

Me habló también sobre cómo es que preparaba sus lienzos, me contó que para proteger sus pinturas necesita cubrirlas con unas capaz de acrílico blanco para que se puedan estirar y así las dejaba secando un día completo “En el renacimiento decían que era mejor dejarlas un año secando y así lo hacían, eran tiempos diferentes, con preparaciones distintas al arte moderno”.

Las últimas dos palabras que había mencionado resonaron en mi cabeza dando paso a mi siguiente pregunta, pues me daba mucha curiosidad saber su perspectiva sobre el arte digital y la existencia de la inteligencia artificial.

“Mientras el artista se haya formado desde abajo, que empiece dibujando y practicando, siendo un gran observador, pienso que todo se vale, mientras no sea deshumanizado. Se que el arte digital tiene la ventaja de poder hacer 100 copias, se puede hacer negocio, eso no quiere decir que no sea arte, mientras sea el artista quien agarre la máquina y plasme sus propias ideas”

Me incliné hacia adelante con intriga y puse mis manos entrelazadas delante de mis labios, pues sabía que estaba por recibir su opinión sobre las IA, y así fue “A las inteligencias artificiales les podrán pedir cualquier cosa al estilo Van Gogh, pero seguirá sin ser realmente de él” Asentí sonriente, pues su respuesta me dio mucha satisfacción, pero no me esperaba lo que dijo después: “ Alguna vez hice uso del arte digital, dibujé algo pequeño, le tomé fotos, lo pasé a la computadora y empezaba a darle color, pero ese seguía siendo mi dibujo, no de otro, pues lo que hacía era buscar con que tonos y colores complementarios me agradaba más, y una vez que lo acomodaba a mi gusto, ya que ya tenía la idea, lo pasaba a la tela “. Me sorprendí porque a diferencia de otras opiniones de diferentes artistas, él no parecía estar a la defensiva en estos temas, más bien, su forma de pensar las hace ver con una herramienta para potenciar sus obras sin quitar su esencia.

Después, me contó que gracias al reconocimiento que recibió a base de exposiciones y premios de sus trabajos, tuvo la oportunidad de ir a Europa “Disfrutaba mucho de las exposiciones, de obras, me emocionaba tanto que tenía que llevar un cuaderno para hacer mis apuntes para que no se me fuera de las manos todo lo que explicaban los guías y todo lo que veía, no hay como tener mis apuntes, es algo que les recomiendo mucho a mis alumnos, por que al verlos nuevamente te inspiras y sigues avanzando. “

Llevábamos más de una hora hablando, y ni siquiera la había sentido, pero sabía que ya era momento de finalizar nuestra entrevista, siendo alguien que realmente le da importancia al enseñar lo que sabe. Finalmente le pregunté si había algo que quisiera decirle a quien quisiera llegar a ser un artista: “Hay mucho que decirles, sobre todo siendo que quieren dedicarse al arte, siempre tienen que tomar en cuenta que lo importante no es el dinero, claro que hace falta, pero si encontraste tu técnica, encontrarse a si mismo te da más felicidad que ganar dinero, porque sabes quién eres y como expresarte, eres feliz con lo que estás haciendo.”

Gocen lo que hacen, con eso ya tienen más. Enseñen lo que saben, expandan la cultura, el dinero va y viene. Así que, si empiezas algo, aun que inicie como un sueño o una pasión, no hay que detenerse, aún si te equivocas, un error te ayuda a ser más, no hay nada mejor que tenerle amor a tu vocación, hay que seguir adelante, aún que estés en las últimas, no hay de otra.”

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