Por: Andrea Rivera García-communicare.uanl.mx // Fotografía: Emmanuel Morales-communicare.uanl.mx
La dedicatoria dice “es para Andrea Rivera” y la firma “hermana de Liliana, aquí en Monterrey”.
En el marco de la edición 2025 de la UANLeer “la lectura no reconoce fronteras”, minutos antes de que comenzara el diálogo titulado “Escribir en paralelo. Bilingüismo y la búsqueda de la justicia: el invencible verano de Liliana”; Cristina Rivera Garza, la autora, firmó mi copia de dicho libro.
Mientras hacía fila para la firma me sentí algo apenada, esperaba que no se hubiera dado cuenta de que estuve quitando algunos post-its de sus páginas. La grabé con mi celular desde lejos firmando otro libro, quería dejar evidencia del momento que estaba viviendo; y al observar el video con detenimiento no pude evitar preguntarme qué se sentirá ver una tras otra la foto de su hermana en la portada de cada ejemplar; día con día, ciudad por ciudad, presentación tras presentación.
La revictimización es una palabra muy popular para las personas cercanas a la organización política antipatriarcal. Sabemos que una de las reglas básicas para evitarla consiste en no hacer que las personas revivan experiencias que alguna vez les causaron algún daño. El feminicidio de una hermana es desde luego un ejemplo de esto.
Por ello al momento de quitar los post-its me sentí muy apenada: ¿qué comentarios podía tener yo sobre su historia? Escribirla ya debió haber sido difícil. Y de acuerdo a lo que la maestra Cristina compartió después, así fue. Fue tan difícil que le tomó 30 años y la llevó a refugiarse en otro idioma. Un idioma en el que no hubiera vivido aún la historia, para no revivirla. De eso iba la charla.
El diálogo con Cristina Rivera Garza fue, a mi consideración, uno de los eventos centrales en el programa de la feria universitaria del libro 2025, cuyo lema esconde un posicionamiento político importante: “la lectura no reconoce fronteras”. En medio de una batalla arancelaria y miles de deportaciones de migrantes latinoamericanos, era importante reconocer en el bilingüismo una forma de resistencia; y en la literatura un ente omnisciente al que igual le daba la nacionalidad de quién leía o escribía; lo importante era el contenido. Pero nunca me hubiera imaginado al inglés como un refugio para la violencia ejercida en las instituciones.
El capítulo IX de “El invencible verano de Liliana” comienza con una cita de la lección 3 de Historia de la Guerra, de Anne Carson:
“If you pick up a flower, if you snatch a handbag, if you possess a woman, if you plunder a storehouse, ravage a countryside or occupy a city, you are a taker. You are taking. In ancient Greek you use the verb άρπάζειν, which comes over in Latin as rapio, rapere, raptus sum and gives us English rapture and rape — words stained with the very early blood of girls, withe the very early blood of cities, with the hysteria of the end of the world. Sometimes I think language should cover its own eyes when it speaks”.
Cuando lo leí, antes de escuchar a Cristina Rivera Garza, me había quedado solamente con el significado de la primera parte de la cita. Después de este diálogo entendí la segunda mitad “el lenguaje debería cubrir sus propios ojos cuando habla”. Supongo que algo de esto hizo al escribir en dos idiomas, cubrir los ojos del español.
Con la mirada abajo le agradecí a la autora por su firma, y me despedí de ella luego de que me regresó los dos libros que le entregué. Al abrir “El invencible verano de Liliana” no pude evitar quebrarme un poco por dentro. “es para Andrea Rivera. —hermana de Liliana, aquí en Monterrey”, decía la dedicatoria, y su firma en toda la página. La grieta provocada me acompañó durante toda la presentación.
Antes de ser Cristina Rivera Garza, cuyo nombre aparece en el primer párrafo de la página de Wikipedia “literatura mexicana” junto a literatos como Sor Juana, Juan Rulfo, Rosario Castellanos, José Emilio Pacheco y Alfonso Reyes; la autora fue la hermana de Liliana Rivera Garza “la verdadera escritora de la familia”, según las páginas de su invencible verano.
Fui a tomar asiento para escuchar el diálogo en el que acompañaron a la autora los escritores y compañeros de la universidad de Houston, institución que era invitada especial de la UANLeer 2025, Roberto Tejada y Guillermo de los Reyes; así como la rectora de la universidad, Renu Khator. Cristina en el centro del podio.
La charla comenzó con la intervención de Roberto Tejada, quien señala lo importante que es para la universidad de Houston que “El invencible verano de Liliana” recibiera un premio Pulitzer, y menciona que toda la primera parte del libro es una especie de reportaje que brinda un recorrido por la burocracia mexicana. Asimismo se refiere a él como “un homenaje a una vida vivida en su amplitud”.
Posteriormente la autora complementa que escribir “El invencible verano de Liliana” le tomó 30 años y fue un proceso de aprender y desaprender constantemente. Señala que así es la creación de un libro, puesto que cada uno tiene vida propia y horizontes distintos, es necesario tratar a cada uno diferente, por lo que debe escribirlos diferente.
“El invencible verano de Liliana” fue escrito en dos idiomas paralelamente. Así llegó la autora al tema del diálogo. “No fue una decisión consciente”, explicó Cristina, sino que lo escribía, algunas mañanas, llena de la energía onírica del sueño, en inglés, y otras en español. Y la revisión de lo que había escrito era en el lenguaje contrario.
“El inglés fue para mí un refugio para contar la historia, porque la experiencia la había vivido en español”.
Hablaron durante una hora. El personaje de Liliana en el libro fue lo más destacado. “Liliana es increíble, su círculo de amigos”, “la juventud como ese espacio para aprender y crecer”.
La lectura no reconoce fronteras. Tampoco lo hace la vida, ni el verano, ni la juventud; ni la violencia, ni el patriarcado, ni la injusticia. El libro atrapa a los hablantes del español, yo lo leí casi completo en un solo día. También a los hablantes del inglés, la rectora de la Universidad de Houston confesó haberlo leído en una sentada.
Cristina Rivera Garza es originaria de Matamoros, una ciudad perteneciente al estado fronterizo de Tamaulipas, característico por el paso de migrantes. Aunque vivió junto a su hermana en Toluca, ciudad clave para entender la vida de Liliana y los acontecimientos del libro. Estudió en la Universidad de Houston, Texas, también un estado fronterizo, donde creó el programa de doctorado de escritura creativa en español.


