La importancia del Violín Primero en la Orquesta Sinfónica

Por Sánchez Sánchez Marcos de Jesús

La música es una de las artes más difíciles que existen, pero en su complejidad se encuentran muchos sentimientos que brotan de cualquier persona con emociones y que busca en los sonidos provenientes de una orquesta, agrupación, dúo o quien sea que toque un instrumento o cante alguna canción, un medio de escape de la realidad.

Una orquesta sinfónica es de las manifestaciones musicales más complejas que existen dentro del arte de los sonidos, sin embargo, a pesar de ser una agrupación conformada por cuatro familias de instrumentos generalmente divididas entre 55 músicos, hay un instrumento cuya importancia es tan grande que de el depende el rumbo que llevará la pieza que se habrá de interpretar.

El instrumento del que estoy hablando es el primer violín y sabiendo la importancia que tiene éste dentro de la estructura clásica, decidí entrevistar al maestro Raúl Sánchez García, primer violín en la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

La plática se realizó en una noche muy calurosa para ser octubre, pero mi verdadera inquietud era conocer más del primer violín en la orquesta sinfónica por lo cual no tardé en preguntarle sobre la importancia de este instrumento en los recitales de música clásica: “Mucha gente tiene la idea que las orquestas sólo pueden ser sinfónicas, que una orquesta no puede constar de solamente la familia de cuerdas, pero la realidad es que la familia de cuerdas fue precursora de la estructura actual de las sinfónicas y filarmónicas cuando en la época barroca la única forma de música clásica grupal era por medio de las orquestas de cámara”, mencionó el músico cuya voz alzada denotaba en la persona un sentimiento de gran orgullo.

Teniendo en cuenta que estaba entablando una charla con un músico con 38 años de experiencia, no dude en hacerle saber que dentro de la orquesta sinfónica, todos los instrumentos tienen una gran importancia para la correcta presentación de una obra o pieza, pero no estaba ahí para cuestionar sus formas de pensar, claro, todos tienen una opinión y yo tengo la mía, pero con un tono de voz un poco agresivo me aclara: “Todo músico tiene su importancia, no los estoy desmeritando, pero para los violinistas es más difícil llegar a un puesto de violín, independientemente si es primero o segundo porque ello necesitan dominar un repertorio mucho mayor al resto de los instrumentos”.

Pensé que había hecho un comentario ofensivo, comencé a recordar las palabras que dije, pero no encontré alguna razón para que esa charla pasara de una plática entre amigos a una entrevista delicada. Por supuesto que a partir de ese momento pensaría mucho más mis preguntas al creer que cualquier comentario sería un detonante para que la plática terminase.

Tras haber asistido a muchos conciertos sinfónicos y recitales de música clásica y al ser un egresado de la Facultad de Música, tenía conocimiento que la orquesta sinfónica comenzó a tomar su estructura con cuatro familias a partir del clasicismo, siendo las obras más importantes las de Josep Haydn, por lo que ya sin el temor de recibir una respuesta con agresión comencé a preguntar con una mayor libertad.

Sánchez García resalta el papel secundario que tienen los primeros violines en la dirección de las piezas, pues su ubicación entre el director y el resto de la orquesta los convierte en un apoyo indispensable para dar las instrucciones técnicas, ya sea la afinación, interpretación, dinámicas o matices de intensidad, mencionando que los encargados de dar la última nota para la afinación antes de que se toque la primera nota es el primer violín.

Ya después de haber bebido un café, planteo el hipotético escenario en donde no hay cuerdas en las orquestas con la intención de escuchar una respuesta que ratifique el que una sinfonía no depende de una familia, a lo que me responde: “Las cuerdas en la gran mayoría de las ocasiones son los instrumentos que llevan la melodía de las sinfonías y la armonía o acompañamiento base en los conciertos, es muy difícil llevar la melodía de la pieza en los alientos y menos en las percusiones. Ese escenario no es posible, los primeros concertinos fueron violinistas.”

Estaba seguro que había más cosas que preguntarle, pero no sabía que. De cualquier forma, ya había encontrado la respuesta que quería escuchar.

Por último, terminó la conversación sobre la versatilidad del instrumento en las estructuras clásicas como las sinfonías, sonatas, óperas y nocturnos, pues es difícil encontrar una pieza sin el sonido característico de las cuerdas aclarándome: “El timbre del violín es uno que puede complementar muy bien con la mayoría de instrumentos de la orquesta, no todos ¡claro! por eso no hay una sonata de trombón con viola o de flauta con contrabajo, porque son distintas alturas que no hacen una buena mancuerna, pero si es un hecho que se relaciona con el resto de la sinfónica cuando está completa”.

Una gran admiración que sentía en ese momento, me recordó porque él es uno de mis más grandes referentes en la vida ya sea como maestro o uno de los músicos más grandes entre una familia de artistas, por lo cual estaba seguro que esa platica podía durar muchas horas, pero también entendía que la noche no era eterna, además que el café se había terminado.

“Los grandes violinistas de la historia como Paganini o Heifetz eran virtuosos que dirigían sus obras, porque sólo ellos sabían cómo se debían hacer los matices de intensidad y tiempo, y por eso los que concertistas y los primeros violines, y todas las cuerdas tienen un mérito que no todos tienen. Son importantes, pero no indispensables”.

Al finalizar la plática le mencioné que la música clásica es fundamental en mi vida y con mucha razón pude observar una sensación de satisfacción en él, terminando la entrevista con una frase que con demasiada congruencia: “Donde hay arte no hay guerra”.





Maestro Raúl Sánchez García
Primer Violín en la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Nuevo León

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